¿Dónde está mi camarero? La formación es una inversión.
Viendo los últimos estudios y reportajes sobre el sector hostelero y reflexionando sobre la última feria gastronómica
a la que tuvimos el placer de asistir como Instituto de Formación Profesional de Hostelería y Turismo y ser participe directamente, se me plantea un gran dilema" socio-profesional".
¿Se valora realmente la profesionalidad del sector hostelero por los clientes? Y lo que es aun más importante ¿se valora esta profesionalidad por el propio sector?.
Esta profesionalidad está relacionada directamente con el grado de formación de la persona, cuanto menos formación, menos profesionalidad. Como toda regla, existen excepciones que confirman la regla. En ocasiones, nos encontramos grandes profesionales que no han recibido una formación reglada, pero estos casos son los menos usuales. Como conclusión, de la reflexión sobre la hostelería Murciana mucho me temo que a rasgos generales y dejando fuera grandes excepciones, debo decir lamentándolo mucho, que la profesionalidad del personal hostelero NO está VALORADA como se merece. Y Para procurar que se entienda mi reflexión, voy a tratar de explicarme:
En primer lugar, me gustaría contaros algunas cosas sobre mí: Digamos que mi vida personal y profesional siempre ha estado centrada en el sector de la hostelería, un mundo que me apasiona. Por mi forma de ser y por las buenas maneras que me han ido inculcando mis "TUTORES·", y aquí englobaré a mis padres y familiares, profesores y profesionales del sector, siempre he puesto especial hincapié en desarrollar mi profesión, "Camarero" y hacerlo con vocación de servicio, elegancia y por que no decirlo, pulcritud. Sin embargo, no siempre he valorado la FORMACIÓN de la misma manera, ya que tengo que reconocer que en mis comienzos fui un hombre autodidacta.
Profundizar en el valor que la formación, ha sido una afortunada consecuencia de unos pocos pero grandes profesionales, al tiempo que amigos, quienes me abrieron los ojos en este maravilloso mundo y a los que estoy verdaderamente agradecidos.
Desde una perspectiva rigurosa, es cierto que actualmente somos uno de los países más visitados del mundo y nuestro principal motor económico, son los servicios y que el sector de la hostelería representa una de las ocupaciones de mayor valor, tanto desde el punto de vista gastronómico, como por la riqueza de nuestra variedad y calidad de platos. En España existen 1.300.000 trabajadores pertenecientes al sector hostelero. Las personas que nos visitan valoran positivamente nuestra cordialidad y calidad del servicio. Pero "No solo de pan vive el hombre".
Soy una persona que ha tenido y conoce multitud de experiencias laborales y sin duda, siempre he encontrado un denominador común en relación con los numerosos fracasos profesionales y la consecuente insatisfacción personal y laboral, LA FALTA DE FORMACIÓN.
Esta carencia, es el denominador común, y les pido amablemente que no se queden simplemente en la frase. Les pongo varios ejemplos para que imaginen correctamente lo que quiero decir:
- ¿Creen que un odontólogo desarrollaría bien su trabajo en un joyería?
- ¿Creen que un abogado debería de trabajar en una farmacia?
Pues a eso me refiero, querido lectores. Para poseer o trabajar un negocio de hostelería hay que exigir unos amplios conocimientos sobre la materia. Porque ya no se trata solo de saber de vinos y de protocolo, de carreras con las bandejas, de memorizar clientes y platos, se trata de saber y practicar unas normas y pautas higiénico-sanitarias correctas, de tener conocimientos sobre dietética y nutrición y su valor, tomando conciencia de que una falta o mal uso de esta información puede provocar problemas de salud.
La FORMACIÓN , es sin duda una inversión. Si la formación nos parece cara, valoremos el coste de un inepto para nuestro proyecto, nuestra ilusión de crecer profesionalmente y en definitiva para nuestro negocio hostelero.
Sin duda que a nadie se le ocurre llevar a su hijo a un mecánico para que le extraiga una muela, en la práctica y en muchas ocasione, nos estamos llevando a nuestro hijo a un albañil o a un ingeniero para sentarnos en la mesa de un restaurante. Todos mis respetos a las profesiones mencionadas anteriormente, solo pretendía mostrar supuestos impactantes y didácticos.
La formación como inversión
He aquí, un ejemplo real de la experiencia vivida
- Dispuesto a pedir un vino joven, solicito la atención del camarero y éste se presenta en la mesa preguntando en que puede ayudarnos. A continuación le pido que me diga de que vinos jóvenes dispone pensando en que me reproduzca las referencias de vinos que se sabe de memoria de las características demandadas. Sin embargo este empleado me dice que tiene un vino "Tempranillo" muy rico, al principio creó en mí buenas expectativas y le pedí que me dijese el nombre de este vino. Después de expresar Su estupendo nombre, nos relata que estaba realizado a base de la uva "Tempranillo",. En este momento, salgo de dudas de la expectativa creadas. Amablemente le hice ver que 'No señor, el vino no es de uva "Tempranillo", es tempranillo porque el vino no ha pasado por crianza'. Tras esta conversación decidí como Uds. Comprenderán, seguir bebiendo una buena cerveza durante la velada.
Así que, como buen conocedor del sector de hostelería, me veo obligado a cargar las tintas y poner en tela de juicio a estos trabajadores, empresarios y con más delito si cabe, a los propios clientes que no están dispuesto a pagar el valor añadido que eso supone, que ni valoran, ni se compromete con una buena formación y por lo tanto, con la profesionalidad del sector.
Adrián Flores Alegría
- Coordinador de servicios de sala del Instituto Superior de Formación Profesional de Hostelería y Turismo Vesta Vesta